Después de 9 horas y cansados por el viaje desde Madrid, llegamos a Nueva Delhi. Unos de los mejores aeropuertos del mundo (según decía un cartel por ahí).

El aeropuerto es muy grande, caminamos mucho para llegar a migraciones, hicimos una cola larga para presentar la e-visa, buscamos arduamente nuestras maletas e incluso nos asustamos porque no las encontrábamos. Pero luego de todo eso, ya estábamos libres, y sabíamos que días inolvidables estaban por empezar.

Como casi siempre que vamos de viaje planeamos llegar por la tarde para poder usar el transporte público (el metro), que nos llevaría cerca al barrio de nuestro hotel.

Ya desde el inicio conocimos los arduos controles de seguridad que tiene India en todo lugar (terminales, monumentos, templos, etc). Seguro por la tensa relación que tiene con sus vecinos, sobre todo musulmanes.

Las máquinas de rayos X  y los detectores de metales están instaladas antes de entrar al metro y en otros lugares más, todos están obligados a pasar por ese control de seguridad.

El metro es muy moderno, más de lo que yo me esperaba (por lo menos este que va al aeropuerto). Estuvimos por 30 minutos hasta llegar a la estación Nueva Delhi en el barrio de Paharganj.

Al salir de la estación: India cruda y dura.
Caminamos a nuestro hotel  1 km más o menos y todo fue parecido a lo que me había imaginado y como lo había visto en algunas películas: callejuelas angostas, enmarañado de cables, mujeres vestidas en Sari, comida en la calle, hindús, musulmanes, jainistas, vacas (y sus kks), perros flacos, olores fuertes, templos, chai, mendigos, basura, y muchas personas por todos lados.

Francesca me comentó días después que por un momento pensó: “¿A dónde hemos venido a parar?.

Nuestro primer día  (habíamos llegado a las 6pm al hotel), lo dedicamos a darle la vuelta al “barrio”. Según mi itinerario teníamos que salir y movernos a ver algunos atractivos, pero el cansancio y la curiosidad de conocer los alrededores del hotel nos llevaron a ubicar el templo dedicado a HANUMAN (Dios Mono) que estaba a uno metros desde donde estábamos.

Para nuestra vuelta ya habíamos conocido parte de Paharganj, el barrio mochilero de Nueva Delhi.

En nuestro segundo día nos fuimos ida y vuelta al Taj Mahal en tren